A mí me encanta la rumba

Porque me encanta la rumba, por eso es que voy al Día Nacional aunque cada vez se pierde su espíritu genuino de accesibilidad. Cuando vi que este año sería en el Bithorn, me alegré porque era más cerca de casa y podía coger guagua. Cuando vi el precio razonable del boleto ($13 por adelantado) me alegré aún más. Hasta que llegúe al estadio y la guardia de seguridad, con mucha amabilidad y firmeza me informa que no podía entrar ni con los "jugos" ni con el sandwich ni el agua. Tenía dos opciones o consumirlo todo o botarlo. Tuve que atragantarme el sandwich, botar el AGUA y bajar a la carrera el ponche con vodka que hize con cariño la noche anterior. Me dio un coraje que no tienen idea. Ni siquiera el afinque sabroso de Tito Nieves me quitó el coraje. ¿¡COMO CARAJOS SE SUPONE QUE SE PASEN OCHO HORAS DE SALSA, LAS CUALES MAS DE LA MITAD SON BAJO EL SOL!??? HELLOOO Si es para obligarme a consumir, es un abuso porque los precios estaban por las nubes dos pesos el agua, cinco los tragos (ni que fuese un pub en Guaynabo City) y tres las COORS LIGHT (esa agua de piringa).
No fue hasta que llegó la Selecta que pude soltar el coraje y disfrutar de Soldado, Cuna Blanca y el junte de trova que quedó estupendo. Otra agradable sorpresa que me encontré fue esta.





Sí ese es nuestro campeón Miguel Cotto disfrutando sus últimos días de descanso antes del acuartelamiento.

Como me quedé sin provisiones decidí regresar a casa a hidratarme y refrescarme. Llegué justo cuando empezaba Ismael Miranda. La verdad es que es como el vino tinto, cada vez canta mejor. Cantó por hora y media sin parar. Afortunadamente, boté el moho y bailé con varios caballeros que se nota han cogido clases. También observé más bailadores de academia.

Puedo decir que musicalmente, esta edición es la mejor. Sin embargo, me molesta que un evento como éste uno de los pocos accesibles al pueblo hay cada vez un afán mayor de sacarle el dinero a la gente sea de la manera que sea.