Recapitulando...
Si resumo mi experiencia en California puedo decir que lo más interesante era que estaba todo el tiempo fluctuando entre dos mundos: el mundo blanco y el mexicano. En general, los blancos californianos son mucho más amables que los de costa este. Sin embargo, viven MUY enajenados de lo que hacen y viven los que no son como ellos. Mientras los blancos buscan comerlo todo orgánico, los mexicanos comen grasa y beben cerveza sin empacho. Después de todo, son ellos los que se doblan el lomo recogiendo la lechuga de la ensalada orgánica. Hablando de eso, viví en una ciudad llamada Salinas, la cuna de John Steinbeck y la capital de la lechuga de los Estados Unidos. Era un lugar encantador, pero también tenía sus serios problemas como las guerras entre las pandillas (norteños y sureños)Al punto de que en uno de mis paseos a Berkeley me compré un abrigo nuevo color rojo. Uno de los enfermeros en la clínica donde trabajaba me dijo: "Ten mucho cuidado donde te pones ese abrigo". Me di cuenta que por mi capricho de un abrigo nuevo, me había convertido en una tarjeta de tiro ambulante. Aprendí muchísimo de la comunidad mexicana con la que trabajé cosas como lo que es el pozole, las diferencias entre Jalisco y Michoacán (la mayoría de las personas de Salinas son de allí), lo que es un corrido y sobretodo la durísima realidad detrás de la lechuga, las fresas y las uvas que nos comemos: una de brutal explotación.
Ahora bien, las cosas se pusieron bien interesantes cuando regresé a Puertorro el 15 de agosto. Aunque sólo estuve 14 meses fuera, fue bien chocante cómo encontré las cosas a mi regreso. Además de que todo esta MUCHO más caro, noté el ambiente bastante cargado. No me debió haber sorprendido porque leía las noticias con cierta frecuencia. Pero no es lo mismo leerlo que experimentarlo. Por un tiempo traté de alejarme lo más posible de las noticias para concentrarme en mi trabajo de tesis. Sin embargo, después del asesinato de Filiberto se me hizo imposible. Creo que a partir de ese evento, aterrizé definitivamente. En este momento estoy en la encrucijada de quedarme o irme definitivamente de Puerto Rico. Hasta ahora, la opción de irme está ganando por la milla clásica en mi cabeza. Creo que el 2006 contestará definitivamente esa pregunta...
Tengo que afirmar que lo mejor del 2005 fue descubrir los blogs. Primero leerlos y luego animarme a montar uno. Al final del 2006 sería bueno reflexionar sobre el efecto de esta bitácora aunque ya he notado el gran interés que ha generado, lo cual agradezco. También quiero agradecer especialmente a Manuel Clavell, el responsable de que me haya enganchado en esta vaina.
¡FELIZ 2006!