Indestructible
Ha muerto Ray Barretto y confieso que siento una extraña desazón y tristeza. Tuve el gran privilegio de verlo en julio del 2004 en el San Jose Jazz Festival y fue una experiencia mágica verlo en medio de un parque tocando "Ponte duro". Lo que quizás me da más tristeza es oír a todos sus amigos decir que la salsa vive. La triste verdad es que cada vez que un artista muere, no se vislumbra alguien que tome el batón para continuar con el legado cultural que dejaron. Esto es especialmente evidente con las muertes de las actrices Norma Candal y Esther Sandoval. No es que no hayan actrices con el talento de ellas, es que NO existe el taller que permita dicha continuidad. En la música es la misma historia, no es que no hayan congueros con talento, es que no existen los espacios ni las oportunidades para darse a conocer fuera del selecto público del jazz. Es triste que nuestros músicos tengan que correr la seca y la meca para poder recibir tanto el aprecio como el reconocimiento que aquí nunca se les dará. Peor aún es el desamparo total al que están nuestros artistas, a menos que se doblen el lomo hasta el final de sus días como es el caso de Esther Sandoval. No fue hasta que llegué a California que aprendí a apreciar la maravillosa riqueza del talento de nuestros músicos. Esa es la tragedia de los talentos artísticos en Puerto Rico, tenemos tantos que los menospreciamos y los damos por sentado. Aunque el legado de Ray es indestructible, desgraciadamente se han destruido los espacios para que éste pueda perpetuarse.
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