El código Da Vinci: un misterio inexistente

Ya es oficial, con el "Código da Vinci" comenzó la temporada de verano en el cine, sinónimo de entretenimiento liviano y hueco como el popcorn. A pesar que la pelaron en Cannes, mi amiga y yo quisimos anoche salir de dudas si la peli era "un churrasco" como dice ella. Por mi parte, quería dar el beneficio de la duda si a lo mejor los europeos la pelaron por pura comemierdería anti-hollywood. No era así, Cannes tenía razón, era MEDIOCRE. No es que me molesten las películas livianas. Al contrario, lo que sí me molesta son películas con grandes pretensiones que se estrellan como ésta. La primera falla es que "El código..." pretende ser ambos un thriller detectivesco y un drama filosófico-moral sin lograr adecuadamente ninguno. Como thriller, es insoportablemente predecible dandónos pistas que TAN obvias que había que ser un perfecto IDIOTA para no darse cuenta quién era quién. Ninguno de los supuestamente ingeniosos giros de la trama aportaron alguna sorpresa. En cuanto a drama filosófico, también es aburridísimamente predecible. ¿Qué la Iglesia Católica es profundamente macharrana? Lo sabemos, ¿Qué Jesucristo era humano? PUES CLARO. Pero ya otras películas han abordado estos temas con mucho más ingenio e inteligencia como "La última tentación de Cristo" y "Dogma". En otras palabras NADA NUEVO BAJO EL SOL. Creo que la Iglesia tiene cosas más importantes que ocuparse que un libro de ficción que no dice nada que no se haya dicho antes. No creo que hayan deserciones masivas de católicos a otras religiones. Después de todo, hay iglesias protestantes que pueden ser más represivas y crueles que el mismo opus.

Otra falla del código es el trágicamente patético desperdicio de talento. Es triste ver actores de calidad reconocida como Tom Hanks, Alfred Molina y Audrey Tatou con las manos amarradas por un libreto pésimo además de una dirección pobre. Peor aún, fue ver uno de mis actores favoritos, Jean Reno, hacer por millonésima vez el papel del torpe policía francés. Los que salieron mejor parados fueron Paul Bettany e Ian MacKellen. Bettany estuvo efectivamente siniestro y tenebroso como Silas; un criminal rescatado por el opus dei, convertido en un monje masoco con guille de ángel exterminador. Por su parte, MacKellen supo dar chispa y humor a Sir Leigh, el único personaje con algo de complejidad.

Para colmo cuando empezó la cinta, se me derramó el refresco sobre el mahón por lo que me tuve que chupar más de dos horas con el lado derecho completamente empapado. Mi amiga se quejó que la película se veía desenfocada y para completar, dos viejos chochos les dio por ponerse jaquetones. El resto del público los mandó a callar y ellos salieron, aparentemente a caerse encima. Al menos esto hizo la velada menos aburrida...

imagen: movies.yahoo.com